lunes, 15 de enero de 2018

La oficina.

Soy el dueño de una agencia de publicidad, y hace años ocupamos el último piso de un antiguo teatro en una zona algo popular de la ciudad. Por lo que investigué y otras cosas que el dueño del inmueble me mencionó, el lugar fue construido por una orden de masones para albergar un templo durante la primera mitad del siglo pasado. De hecho, los ladrillos de las cornisas tienen grabados los símbolos religiosos de la orden.
En el proceso de mudanza y la instalación de nuestro equipo de trabajo, el dueño me contó de forma amable que a veces pasaban cosas inexplicables en el edificio, pero nada de qué alarmarse. En ese tiempo no creía en fantasmas, así que no lo tomé demasiado en serio. 

Cuando mudamos todo el equipo y nos encontrábamos en el proceso de acondicionar el lugar con cubículos, el ocupante anterior del piso nos repitió la misma historia de fantasmas y sucesos raros. Naturalmente, ni yo ni mis empleados tomamos esto en serio... al menos hasta que comenzó a darse actividad que no podíamos explicar. Con el transcurso de los días, caímos en cuenta que cada que se daba la situación en que solo una persona se quedase laborando a altas horas de la noche, por cualquier razón que fuera, ese empleado empezaría a escuchar ruidos extraños: Pisadas, perillas que se movían como si alguien o algo las intentara abrir, y puertas que se cerraban solas.

Esto me pasó a mí también.
Una mañana de sábado, llegué temprano porque debía terminar un discurso para un cliente. Era el único en la oficina, apenas acababa de amanecer y me encontraba concentrado en sacarle el jugo a ese discurso. Debía haber tenido una hora trabajando en la computadora cuando escuché lo que claramente era el sonido de una voz. La voz de una niña que gritó muy enojada: "¡Papá, ven a casa! ¡Ya!"
Solo me tomé el tiempo para bajar el discurso a una memoria USB y salir corriendo de ahí.

Unos meses después, le platiqué la historia a un chico de RP, que a su vez la repitió a un amistad suya, una mujer que se dedicaba a leer las cartas del tarot. Ella al parecer le dijo que sentía que la historia era auténtica, y procedió a informarle que podía visualizar el edificio; describiéndoselo tal y como era, con excepción de que mencionó que nuestras oficinas estaban en el sexto piso. El chico de RP la corrigió, porque la oficina se encontraba en un quinto piso. Un tiempo después, cuando el chico de RP me habló de su amiga, yo lo corregí y le expliqué que si, que las oficinas estaban en el quinto piso; pero que originalmente había sido el sexto, y habían renumerado las plantas luego de remodelar la construcción una década antes.

Finalmente, nos mudamos de las oficinas y otra agencia de publicidad ocupó el lugar. Le advertí al nuevo dueño sobre las cosas raras que pasaban en el edificio, pero él se burló y me dijo que no creía en fantasmas. Unos meses después, hubo un incendio en el sótano del edificio. Inexplicablemente, el fuego atravesó los ductos del aire acondicionado sin afectar ningún piso, excepto el último. 
Todas las propiedades de la agencia de publicidad se quemaron.
Y creo que ya saben la moraleja. 
No se burlen de los fantasmas.

1 comentario:

  1. En mi trabajo las cosas sobrenaturales ocurren solo durante el mes de Noviembre.

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